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27.10.06

princesas disney: poemas

Blancanieves

Tengo siete amantes ,
siete bocas que amamantar,
siete lenguas que me acarician,
peinan y liman mi ego
convirtiéndolo en un gigante.

Mis amantes no merecen aplauso
ni aprobación, ni alabanza, ni halago.
Los han llamado enanos
por el tamaño de su cerebro
no más grande que un grano.

El espejo y mi gemela que vive allí
me han traicionado.
Me abandonaron en el bosque,
a mi suerte
y yo jamás he sido afortunada.

Me han arrancado el corazón
como a un venado,
y en su lugar me transplantaron
una manzana rellenita de gusanos.

La tumba de cristal está sellada
y ya no quedan príncipes para mi lencería
ni caballeros para mis faldas a cuadros.

Viviré siete años de mala suerte
morderé el polvo.


La Sirenita

La pecera tiene rajaduras.
Gotea.
Soy la niña gotera.

Ni pies ni cola de pez.
Tampoco ciempiés.

Yo soy, aquí estoy: sin mar y sin botas.

Los anzuelos flotan alrededor
junto a las luces de neón, las hamburguesas
y los cigarrillos húmedos.

Lo he mordido. He picado.

Tengo los labios agujereados
Por todos tus besos de plástico.

No puedo alcanzar la superficie
y todos los barcos han partido atormentados.

Tu no eres ni mitad príncipe,
ni tierra firme, ni isla desierta.

Yo no soy ni mitad pez, ni mitad hembra.

Yo soy sólo espuma
en la boca de una epiléptica
convulsionándose.


La Caperucita Roja

Consagraron mi vida
injustamente
a una canastilla.

Consagraron mis entrañas
a una caperuza
a un disfraz de niña.

Consagraron mi vida
injustamente
a un cuento sin final.

Jamás creceré.
Jamás conoceré las delicias de la carne.
Nunca regresaré con mi madre.

Me habré quedado con la idea
de que el mundo es un lobo hambriento.

¿Porqué la vida es tan dura?
Para dolerte mejor.

Quise vivir, pobrecita.
Quise crecer.
Quise creer.

Pero consagraron mi vida a las mentiras.


Jasmine

Aladino me frota la panza,
cree que soy una lámpara maravillosa.
No es mentira que yo le haya hecho realidad muchos de sus deseos,
como el de hacerlo volar en una cama.

Aladino delira, hace mucho tiempo ya.
Olvida que soy una mujer y no una lámpara,
además yo ya he dejado de iluminarle los días.

El switch de encendido está roto como yo,
Y el genio no es más que un mal genio de rutina.

Aladino está a mi costado
y no deja de frotarme la panza.

Morimos de tristeza con un “había una vez”
atravesado en la cortina.

La Bella y la Bestia

De este cuento no hay mucho que contar.
No más que es puro cuento
Y que yo soy bella
Y tu un bestia.

Fin.








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